La GACETA ESPÍRITA COLOMBIANA nace como una llama encendida en medio de la oscuridad intelectual y moral de los tiempos presentes. Su emblema no es un capricho ni tampoco un simple adorno, es un manifiesto silencioso pero elocuente. En él, el faro representa la luz de la razón espiritual, guía que no impone, sino que orienta a los navegantes en medio de la oscuridad en el tempestuoso y bravío mar de la confusión. Además, es símbolo de conocimiento que ilumina, que esclarece sin dogmas ni supersticiones.
La tipografía gótica del título, recuerda las imprentas antiguas, evocando los tiempos en que la verdad debía defenderse con tinta, pluma y papel, donde una misiva bien dirigida, bien argumentada tenía el poder de iniciar o detener guerras. También es un recordatorio constante sobre el respeto que debemos tener con la luz que nos guía para no llegar a desvirtuar, cambiar o modificar ninguna Obra por antigua o desactualizada que parezca.
Sin embargo, los colores de la bandera en el faro y en el nombre “Colombiana” afirman que este esfuerzo no es una simple repetición de doctrinas europeas, sino una manifestación viva del pensamiento espírita adaptado, tanto a la conciencia nacional como al de las américas, al alma profunda de los pueblos que reclaman respuestas más allá de la religión o las ideologías.
El libro abierto al pie del faro, expresa la revelación progresiva, la continuidad del pensamiento elevado, y el compromiso inquebrantable con el estudio de las Leyes Espirituales. En sus páginas se inscribe la Obra LOS ESTUDIOS ASTRALES ESPIRITUALES ANTE DIOS, legado para encaminar a los espíritus por la senda de la luz y verdad, así mismo los nombres de grandes precursores de la filosofía espírita, no como ídolos, sino como Mensajeros del Padre Supremo. A decir: Maestros, Allan Kardec, León Denis, Camille Flammarion, e Ismael Garzón Triana, entre muchos otros.
Cada uno a su modo, contribuyó a la edificación de esta ciencia del alma, de esta filosofía de la vida, de esta moral sin religión ni comercio.
Por otro lado; los cinco libros fundamentales del Espiritismo codificado, acompañados por la escena de una sesión mediúmnica fraterna en torno de una mesa parlante, expresan nuestra raíz doctrinaria y el respeto por la metodología racional con que fue fundada esta ciencia, rindiendo homenaje al origen histórico del Espiritismo sin convertirlo en culto.
La uva, humilde y fértil, evoca la madurez de la vid, la fecundidad del trabajo espiritual, el fruto de la paciencia y la transformación interna, el fruto maduro del esfuerzo espiritual, la sabiduría que se cultiva en silencio y se ofrece sin comercialización. También evoca la transformación del grano a la uva, de la uva al vino, como del hombre instintivo al hombre espiritual. La vid, es una planta que necesita cuidado, tiempo y orientación para producir uvas. En este campo, representa el desarrollo lento pero firme del conocimiento espiritual, el fruto del trabajo colectivo de los buenos Espíritus y del codificador. La uva no aparece sola, cuelga de una parra. Es decir, no hay fruto sin raíz, sin tallo, sin proceso. Así es también la Revelación Espírita.
La uva, en ése sentido, puede leerse como el fruto del Cristo moral, pero ahora ofrecido con raciocinio y sin dogmas, como lo hace el Espiritismo. En su estado natural, la uva es dulce y agradable, pero también puede ser fermentada y transformarse en vino. Esto alude a la transformación del alma humana: de cruda e ignorante, a madura y útil; la transmutación del conocimiento bruto en sabiduría; así mismo representa la unión entre lo natural y lo espiritual. La vid está enraizada en la tierra, pero se eleva, busca la luz, se extiende. Es un símbolo perfecto del Espiritismo.
La parra con uvas en el Prolegómenos, representa la Revelación Espírita como un fruto maduro ofrecido por la Providencia a la humanidad en su momento oportuno. No es un milagro místico ni una doctrina cerrada; es el resultado de un proceso colectivo guiado desde lo alto para alimentar la razón y el alma al mismo tiempo.
En un mundo donde el Espiritismo ha sido muchas veces reducido a creencias religiosas, rituales externos o cultos personalistas, LA GACETA ESPÍRITA COLOMBIANA proclama sin ambigüedades que, El Espiritismo no es una religión; es Ciencia, Filosofía y Moral.
Aquí no se rinde culto a la fe ciega, ni se exalta la figura de ningún hombre, sino a su legado y ejemplo. Aquí se estudian las Leyes que rigen el mundo espiritual, se interroga a la conciencia y se cultiva el pensamiento crítico bajo la Luz de los Mandatos Divinos.
Esta Gaceta es un llamado al discernimiento, a la reconciliación, al perdón y al trabajo espiritual consciente. No pretende convencer, sino invitar al estudio, al diálogo y a la transformación interior.
Finalmente, con el nombre de Héctor Fabio Cardona, inscrito en el emblema, no me erijo por ello como maestro ni como sabio, sino como estudiante, como un aprendiz comprometido, que consagra un tercio de su tiempo, su vida y sus recursos para servir a esta hermosa causa sin pedir nada a cambio, más, que el esclarecimiento de mi mente para comprender Las Leyes Espirituales, y no corromper nunca las Obras de mi Padre con el comercio, ni con la ostentación ni tergiversación.
Por tanto, que esta Gaceta sirva como herramienta para quienes buscan, para quienes dudan con honestidad, y para quienes desean, más que ser creyentes, convertirse en verdaderos constructores del bien, conocedores de sí mismos y servidores para la humanidad en nombre de Dios Todopoderoso Infinitamente Justo.
-Héctor Fabio Cardona-